En el país del Sagrado Corazón decidimos desde hace mucho hacer caso omiso de los concejos del gran cantante de salsa Héctor Lavoe, cuando habla del periódico de ayer que nadie procura ya leer. Por el contrario, nosotros fuimos entrenados por nuestras mamás y papás para no dejar morir el periódico por más viejo que sea, y no precisamente para informarnos. Convengamos que el periodismo en Colombia nació formalmente con un terremoto, sí señores, con la publicación en la Gaceta del Aviso del Terremoto sucedido en 1875 en la Ciudad de Santa Fe y desde entonces y hasta principios del siglo XX, se crearon numerosos periódicos de gran importancia en Colombia entre los cuales destacan El Espectador o El Tiempo, fundados por la familia Cano y la familia Santos respectivamente, al igual que El Colombiano, que han marcado por años la agenda temática con la que nos despertamos los colombianos día a día.
Pero te has preguntado ¿qué pasa con los cerca de 220.000 ejemplares de periódico que imprime cada medio diariamente, justo al siguiente día? Algunos lectores quizá lo guardarán por un mes o un año mientras comienza a notarse la pirámide y algunos irán a parar a bibliotecas como fuente de consulta, pero principalmente, y no es secreto, en Colombia hemos inventado mil y un usos para todo el papel periódico que anda por ahí mal parqueado. Cuéntanos cuál de estos usos es el que más emplean en tu casa o el que nunca te hubieras imaginado:
1. ¿Quién no ha tapizado el patio de la casa con papel periódico para que el perro haga sus necesidades? Un instrumento indispensable en las casas con animales pues es fácil de recoger y fácil de reponer al siguiente día.
2. Existen técnica de limpieza y brillar los vidrios de la casa, los pisos o las hornillas con papel periódico, que presenta una inigualable capacidad para absorción de grasa.
3.Todos hemos estado en un asado donde la parrilla no prende. Y entonces, de repente, en medio de la bruma, aparece un salvador con varios pedazos de papel periódico untados con aceite para hacer prender, a como dé lugar, el asador y poder comer de una buena vez.
4. Esta sí que es típica. Todo colombiano que se haya mudado por lo menos una vez en su vida, sabe que las porcelanas de las vírgenes y angelitos de la primera comunión de los hijos, el joyerito que le dejó de herencia la abuela o la vajilla de cerámica de la mamá y demás objetos potencialmente rompibles, deben empacarse entre hojas de periódico antes de ser debidamente transportados a su nuevo hogar.
5. Nada más efectivo que un papel periódico enrollado para señalar a nuestro perro dónde hacer sus necesidades o dónde no hacerlas. Y si no aún no lo hemos hecho, seguro lo hemos visto o escuchado en algún programa de televisión o en boca de algún amigo a quien le haya funcionado este infalible método.
6. ¿Qué mamá o papá no ha forzado la maduración de una fruta o verdura con el periódico que guardan en el segundo cajón de la cocina, a mano derecha? Y es que por años las familias de Colombia han envuelto el aguacate o los tomates en este papel y lo han puesto en un lugar cálido, para acelerar su llegada a ese punto exacto en el que están lo suficientemente blandos para poder comerse durante el almuerzo.
7. Las tareas de colegio, ¿qué decir de ellas? Es imposible salir bien librado del colegio sin contar con un arma letal y multiusos: el papel periódico. Sirve para recortar las letras en preescolar o las palabras en primero cuando se aprende a leer, al igual que para hacer el vestido de reciclaje del reinado escolar y por qué no, la máscara para el acto cívico del Día de la Independencia.
8. Esta sí que es innovadora. ¿Recuerdas esa vez que volviste de jugar un partido de basquetbol con los tenis tan mojados, que podías escurrirlos? Pues bien, así mismo debes recordar aquella bola de papel periódico arrugado que metías en su interior durante toda la noche para absorber la humedad. Lo mejor de este método, es que aún funciona y aún lo usamos.
9. Y obvio, todos tuvimos la época en la que aprendimos a hacer el avioncito o el barquito con papel periódico y después, esa en la que se lo enseñamos a un amigo, hijo o sobrino.