Más de 6.000 hombres de la Policía Nacional, personal del Vaticano, Fuerza Aérea y organismos del Estado fueron los encargados de garantizar la seguridad de todos los asistentes a la misa campal en el Aeropuerto Enrique Olaya Herrera en Medellín. A pesar de toda esta seguridad, una mujer salió corriendo con un niño en brazos y con un único propósito: que el papa Francisco le diera la bendición.
Paula es la madre de Santiago Salazar Jaramillo, quien sufrió el síndrome de muerte súbita infantil y quedó con parálisis en su cuerpo y cerebro. Esta enfermedad es un fallecimiento repentino e inesperado de un niño aparentemente sano y los médicos afirman que en el caso de Santiago, pudo ser un paro cardiorespiratorio que dejó secuelas irreparables en el menor.
Mientras el papa Francisco disponía montarse al vehículo, Paula suplicaba que le permitieran pasar, espero un instante y luego de varias consultas de unas personas con otras, el pontífice dijo sí. Fueron menos de dos minutos, pero para la familia de Santiago este momento permanecerá en la memoria para siempre, una bendición y un beso en la frente de Santiago por parte del papa sellaron la fe que esta familia siempre tuvo, para que este momento se pudiera dar.
“Paula salió con el corazón palpitando más rápido de lo normal y corrió a encontrase con su esposo y su otro hijo. Se abrazaron y lloraron bajo la mirada de miles de asistentes a la misa campal, un momento de unión de hogar que manda un mensaje al mundo. Yo estoy seguro que todos llegamos con un propósito a la tierra y Dios tiene pruebas de fe, y amores eternos que nos quiebran el orgullo y nos entregan la humildad que siempre debemos tener para agradar a nuestro padre celestial” El Espectador.