La pena de muerte es un tema que ha desatado múltiples debates alrededor del mundo desde distintas perspectivas como la legal, la ética, la religiosa y unas más.
Si bien en el mundo hay regímenes que la practican por su convicción de hacer merecedores a los faltantes a la ley de la misma, no quiere decir que todos los delitos deban ser castigados de dicha manera.
Por ejemplo, en el tema del terrorismo, la pena de muerte es tomada como una forma errada de castigo por el hecho de que “revela un error fundamental por parte de las autoridades: no hay ninguna prueba de que la pena capital disuada de cometer delitos violentos con más eficacia que otros castigos. Esta actitud se basa más en la debilidad y la conveniencia que en la fuerza”, manifestó James Lynch, subdirector del Programa sobre Asuntos Globales de Amnistía.
En diálogos con El Colombiano, Jeffrey Fagan, director del Centro sobre Crimen, Comunidad y Leyes de la Universidad de Columbia expresó al respecto que “no hay evidencia de que la amenaza de la pena capital disuada de cometer actos terroristas que resultan en la muerte de ciudadanos inocentes.
De hecho, sus estudios en epidemiología han mostrado que el delincuente potencial entiende las consecuencias de sus acciones y percibe la amenaza tan real como un criminólogo.
En cambio, continúa Fagan, para algunos terroristas la muerte a manos del Estado les proporciona el martirio, que es un gran incentivo para la comisión de actos terroristas, y también puede influir en otros para asumir su causa y alcanzar la condición de mártir”.
De acuerdo a esto, la pena de muerte sigue siendo una herramienta errada de la justicia por lo menos en Occidente, en donde el único país que la sigue considerando es Estados Unidos, aun sentenciando a los regímenes internacionales por el irrespeto a los derechos humanos.
Delphine Lourtau, directora del Centro Cornell sobre la Pena de Muerte en el Mundo concluye que “si bien el terrorismo causa un sufrimiento enorme y es injustificable, tampoco resuelve el problema el homicidio ordenado por unos Estados que no ven el verdadero significado de justicia y en cambio agravan la injusticia, el sufrimiento y agradan el círculo vicioso de la violencia cada vez que hacen lo mismo con los criminales”.