Jenny Ambuila, vuelve a ser noticia en el país y de nuevo por el Lamborghini que se compró en Miami.
La compra no fue problema, el dilema nace es por el proceder del dinero con el que la colombiana realizó la compra.
Hace 3 años salía a la luz uno de los mayores escándalos de corrupción en Colombia, siendo el jefe de carga del Puerto de San Buenaventura uno de los principales implicados.
En dicho puerto permitían la salida y entrada de mercancías ilícitas, además de productos en contrabando.
“No declaraban el total de la mercancía, solo partes”, asegura un funcionario de la DIAN.
Por este método el padre de Jenny logró tener propiedades en Cartagena, Puerto Rico y Miami, sin contar la cantidad de carros y joyas que la familia poseía.
Ahora 3 años después ha salido un nuevo capítulo de la historia y es que la familia no actuaba sola, uno de los socios más importantes era un exagente de la DEA.
En este caso el exagente realizaba las maniobras necesarias para permitir el ingreso de la mercancía no declarada a los Estados Unidos.
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Siendo este el punto final de la red de contrabando, quienes se aprovechaban de sus cargos para efectuar el ilícito.
Recordemos que el Lamborghini que destapó la ‘olla podrida’ está avaluado en más de mil millones de pesos.
El agente de la DEA de apellido Irrizarry era un agente en cubierto liderando operaciones de la agencia antidrogas del departamento de justicia de los Estados Unidos.
Se cree que el ex agente tuvo injerencia en movimientos monetarios mayores a 3,8 millones de dólares, durante sus acciones criminales.
Además de esto, al parecer el dinero para la compra del carro y otras propiedades era girado por el mismo agente a la hija de Ambuila.
Es decir, se descubre toda una red criminal de personas con alto rango dentro de la sociedad y que se aprovechaban de estos lugares para delinquir.