La cultura popular suele exagerar ciertas cosas, o dramatizar otras. Pero ante peligros, como la brujería, es común que se desarrollen defensas.
En el Medievo, la gente capturaba a las brujas y las quemaba vivas, pues creían que así no dejaban rastro alguno de la maldad. Aunque las temporadas de caza de brujas eran comunes, la gente estaba cautivada por los poderes destructivos de las brujas. A sus ojos, quemar a las brujas era la sanción justa, pero a los ojos del pueblo, llegaba a ser un placer.
La brujería ha sido utilizada para crear historias terroríficas o de fantasía, provocando cierto misterio a su alrededor; misterio que muchas veces suele ser interesante.
Las obras de J.R.R. Tolkien y J.K. Rowling, famosas por su imaginación, se citan con frecuencia como ejemplos de cómo la magia puede inspirar a las mentes creativas y cautivar al público en general.
A pesar de que la brujería sigue preocupando a los grupos religiosos, que siguen temiendo las «artes oscuras» seis siglos después de que se superara la Era del Oscurantismo, muchos católicos afirman haber experimentado los efectos de estas «artes» en sus vidas.
Hay muchos ejemplos de personas que han sido poseídas por demonios y que han utilizado sus cuerpos para lanzar hechizos. Esta creencia prevalece hoy en día, y algunas personas piensan que la brujería es una realidad, también desempeña un papel en el funcionamiento del mundo.
La gente acude a la religión en busca de ayuda a los problemas e intranquilidades, creyendo que les sacará de sus dilemas o incluso de sus problemas, porque tienen poca confianza en las ciencias exactas. Existen cosas que muchas veces no pueden ser comprobadas.
José Antonio Fortea, un reconocido teólogo español, describió los hechizos malignos generados por la brujería como una fuente de daño. Según Fortea, se invoca a los demonios con la idea de afectar a los demás, y esto es lo que él describe como hechizos de brujería.
«Creo que es probable que los hechizos sean efectivos», dijo. «Hay individuos que invocan los poderes oscuros para perjudicar, y eso tiene un efecto», dijo en una de sus entrevistas el teólogo español.
Sin embargo, el padre, pero también teólogo subrayó que ese «poder del demonio» no es algo libre, sino que está sujeto al mandato de Dios.
«Esto impide que el diablo dañe a los hijos de Dios de manera excepcional. Incluso la voluntad está delimitada por Dios, para que sea beneficiosa en la historia de cada persona».
Además de proporcionar consejos sobre cómo purificar el entorno, Fortea ofrece consejos sobre qué hacer si sientes que los espíritus malignos están presentes en tu entorno o en tu cuerpo.
Las personas que sienten que están malditas pueden supuestamente reducir el «demonio» que las molesta siguiendo esta rutina diaria, según el padre Fortea.
- Leer el Evangelio.
- Rezar tres misterios del Rosario.
- Ir a misa, por lo menos, tres veces por semana.
- Dejar en el hogar un crucifijo, bendecido.
- Rezar un Salmo.
- Poner una imagen de la Virgen María en la casa.
Por lo que explica el teólogo, puede ser necesario un exorcismo si es fácil hacerlo. También mencionó la importancia de ver si hay espíritus presentes con un exorcista.
Respecto a los riesgos, el padre dijo que no hay manera de que un exorcista determine si ha sido maldecido, a menos que tenga exista un don. Sin embargo, si un espíritu está presente, el exorcista lo verá y rezará por él hasta que se vaya, dijo.
El poder la oración, con o sin exorcista, resulta importante para quitarle poder y la influencia a los espíritus malignos, según el padre Fortea. Incluso si no hay un exorcista en la zona, la oración es fundamental para debilitar las acciones de los demonios, dijo. «La oración es la solución. Aunque se visite al exorcista, si el asunto no se resuelve en la principal visita, habrá que rezar, habrá que pasar por una conversión y habrá que volverse a Dios».